Ruta del Palena, travesía en río por la Patagonia Norte

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La ciudad de Palena se encuentra emplazada entre cerros y montañas donde la Cordillera de los Andes comienza a desmembrarse, a apenas 10 kilómetros de la frontera con Argentina y a 150 kilómetros de Chaitén. Desde aquí realizamos un entretenido, adrenalínico y masivo descenso en balsa.

ENTRE CHAITÉN, que todavía exhibe las cicatrices de la última erupción del volcán homónimo, y Palena hay tres horas de viaje, que se pueden cubrir en bus o vehículo particular a través de un camino que en algunas partes no tiene nada que envidiar a las modernas carreteras y en otras zonas el ripio y polvo recuerdan por qué esta es la puerta de entrada a una de las regiones más extremas del país. Tan sólo en este recorrido se puede apreciar porqué esta zona es uno de los destinos turísticos favoritos tanto de extranjeros como de turistas nacionales. Mientras hacia el norte se encuentra Pumalín, parque con más de 325 hectáreas de bosque templado húmedo, propiedad que Douglas Tompkins prometió entregar al Estado, hacía el sureste está el lago Yelcho, que décadas atrás era necesario cruzar en balsa para llegar a Palena y hoy ofrece tours para quienes gozan de la pesca con mosca y la tranquilidad que estos paisajes pueden entregar. El camino “nuevo” lo bordea en sinuosas formas que dejan sus aguas azulturquesa a la izquierda y las cumbres y ventisqueros de la cordillera a la derecha.

Descrita como la puerta norte de la Patagonia chilena, la ciudad de Palena, también conocida como Alto Palena, está conformada por descendientes de los primeros colonos chilenos de la zona sur del país y ha sido testigo de disputas territoriales y solitarios exploradores desde hace más de 100 años.

Como una forma de rendir un homenaje a los primeros habitantes y descubridores de la región, como Elías Rosselot, Adolfo Abbé o Luis Risopatrón, este último considerado el principal explorador chileno y que entre 1896 y 1910 recorrió y cartografió Chile desde Tacna hasta el Cabo de Hornos, hace dos años el Municipio de Palena, con el apoyo de la Gobernación Regional y el Servicio Nacional de Turismo, decidió sumarse a un descenso colectivo que conectaba durante la primera semana de febrero las ciudades de La Junta y Raúl Marín Balmaceda, en la Región de Aysén. Con su participación, el recorrido alcanza los 220 kilómetros y permite atravesar Chile de cordillera a mar en cuatro días de navegación a través de las aguas del río Palena, ya sea en balsas, botes, kayaks, canoas, catanoas o catarafts, disfrutar de paisajes excepcionales y conocer a participantes de todas las regiones e, incluso, de otros países.

Los organizadores del descenso, iniciativa conjunta entre las regiones de Los Lagos y Aysén, empresarios locales y las gobernaciones regionales, han dispuesto de todas las facilidades para que los participantes saquen el máximo provecho a la experiencia. La partida es desde las afueras de Palena, donde el primer día se cubre la distancia entre esta ciudad y la confluencia del río Frío, a unos 80 kilómetros. Su gestión lleva a los cerca de 60 participantes a alojar en una pequeña escuela rural, donde los corderos al palo no se hacen esperar para que los aventureros, algunos de los cuales repiten por segunda vez el recorrido, recuperen energías y calienten el cuerpo.

La partida al día siguiente es cerca de las nueve de la mañana. El clima, con lluvias esporádicas y mucho viento, juega a favor de los balsistas y kayaquistas, quienes cubren la distancia hasta el segundo campamento, ubicado en la localidad de La Junta -en la confluencia de los ríos Palena y Rosselot-, en menos tiempo del estimado. El clima se ha compuesto durante el día, algo a lo que hay que acostumbrarse en la región: pasar de lluvia a sol, o a la inversa, es sólo cuestión de avanzar río abajo. El lugar elegido para el cierre de la primera etapa es el camping Mirador del Río (www.miradordelrio.cl), donde su dueña, Francisca Solís Vivar, se encarga de que todos prueben exquisitos kuchenes de frambuesa silvestre o quesos caseros junto a leche recién ordeñada.

Al día siguiente, la partida es desde el puente Rosselot, en las afueras de La Junta. Los cerca de 60 participantes iniciales pronto se triplican y al momento de dar inicio a la segunda etapa superan los 200. La gran cantidad de personas que desde este punto comienzan el descenso colectivo hace necesaria la presencia de lanchas a motor en caso de alguna emergencia y un permiso de la autoridad marítima. Lo mismo si niños menores de 14 años desean participar. Sus padres deben firmar un permiso notarial, sin importar si acompañan o no a su hijo.

Tras unos 40 kilometros de viaje, en una jornada soleada que permite a los exploradores obtener fotografías y conversar animadamente, se llega al tercer punto de descanso, esta vez con el volcán Melimoyu vigilando a la distancia. La Hacienda Melimoyu da refugio a las carpas que esta vez deberán capear una lluvia constante desde la caída de la noche. Una parrilla preparada por el personal de la Municipalidad de Palena, quienes durante todo el viaje se han encargado de transportar las pertenencias de los participantes, preparar los snacks, cenas y resguardar los equipos, hace más llevadero el húmedo cierre del tercer día. Al conversar con uno de los organizadores, Jonathan Hechenleitner (27), bioquímico de la U. de Chile, oriundo de Raúl Marín Balmaceda y gestor de iniciativas de conservación y reciclaje en la región, se puede apreciar el entusiasmo por la gran acogida y cantidad de público presente. Señala que el balance hasta el momento es positivo, incluso mejor de lo esperado, posicionando los atractivos de la cuenca del Palena y de su principal curso de agua, el río Palena. El cuarto día recorre los últimos 40 kilómetros hasta el puerto Raúl Marín Balmaceda. Mucho viento en contra y una suave llovizna se encargan de poner cierta dificultad extra a la llegada, aunque nada que estos decididos deportistas no puedan superar. Es el último esfuerzo de una aventura que comenzó a más de 200 kilómetros y les permitió conocer la entrada de la Patagonia chilena.

Por la noche, un curanto en olla o pulmay curará los cuerpos y premiará a quienes se atrevieron a realizar el desafío del Palena.

Posteado en LAtercera.cl por Fabiola Torres

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