LLUEVE Y ESTOY SOLO. Es decir, viajo solo en un jeep, el cielo se cae en la cordillera de la Región de Los Ríos y se supone que este viaje es para hacerlo de a dos, pero quién sabe por qué vengo a este remoto lugar sin compañía. Es de noche y en la radio suenan, una tras otra, canciones de Gustavo Santaolalla, cuyo suave charanguito hace que todo parezca una especie de road movie y, más allá, fuera de la ventana y en medio de la oscuridad de la ruta que une Temuco con Puerto Fuy, debería estar el lago Panguipulli. La idea es experimentar un fin de semana romántico en la cordillera, en medio de bosques, platos gourmet y junto a un lago. Pero llueve. Y estoy solo (¡chan!).
Dejando la autocompasión de lado, hablemos de dinero. La mejor opción de arribo a la zona es Temuco. Por ejemplo, un vuelo Santiago-Temuco puede costar, aproximadamente, unos $ 80.000. Luego, recomendamos que arriende un auto si es que quiere abandonar la habitación y recorrer un poco la zona.
Supongamos que viaja un viernes y se regresa el domingo. El costo de arriendo de un vehículo recogido en el aeropuerto el viernes y devolviéndolo el domingo, es de unos $ 90.000. Dos pasajes Santiago-Temuco, más arriendo del auto, sin bencina, ya suman unos $ 250.000.
Son alrededor de tres horas y media desde Temuco hasta Puerto Fuy. En el camino pasará por Panguipulli donde, si le da hambre, puede detenerse en el Hotel-Restaurante-Escuela People Help People, una corporación donde lo local (productos y personas) muestra lo mejor de su cultura. Si no conduce, tome una rica crema de zapallo con una cerveza negra Petermann (la roja también es muy buena).
Luego, el camino se internará hacia la cordillera y bordeará el lago Panguipulli. La ruta, otrora de ripio, ahora luce fenomenal con su pavimento y sus miradores al lago, a excepción de los últimos kilómetros antes de llegar a Puerto Fuy, que permanecen de tierra, pero en buenas condiciones.
Antes de llegar, pasamos por la localidad de Neltume y en la 90.7 del dial encontramos la radio Nativa (“tu frecuencia natural”), que se lanza con el Baby de Justin Bieber y que se escucha en casi todas las casas de madera que desprenden columnas de humo de sus chimeneas. Densos bosques se encaraman en las montañas (algunas quedaron atrapadas en ellas), más allá aparecen entre los árboles dos hoteles sacados de cuento de hadas, el Huilo-Huilo y Montaña Mágica, y que manejan un perfil más familiar, hasta que aparecemos en el pueblito de Puerto Fuy, que no pasa de los 400 habitantes. En él, junto al lago y destacando por sobre las otras construcciones, el hotel boutique Marina Fuy. Hace frío, estoy lejos de casa y, seguro, lo único que deseará a esta hora es meterse a la cama junto a su pareja, taparse con esos plumones de pluma de pecho de ganso y sentir como afuera llueve. En mi caso, lo mismo, pero solo (¡chan!).
Hola, Vecino
Abro las cortinas de la habitación y un sol veraniego da la bienvenida y evapora casi todo. El lago Pirihueico brilla con luz propia y abajo nos (es decir, a usted y su pareja) espera el desayuno y de inmediato llama la atención la cuidada y elegante decoración del hotel. De hecho, escribo esto sobre un piano de madera de palo de rosa del siglo XVIII, mientras soy iluminado por unas lámparas traídas de Estambul que combinan a la perfección con las teteras compradas en un mercado de Marrakesh y con los relojes franceses de sus paredes, por nombrar algunos en un mar de artículos. Paula Munilla, decoradora y dueña del hotel, cuenta que la gran mayoría de los especiales objetos fueron traídos de los diversos viajes por el mundo que realiza en busca de detalles. Y es por eso que el interior, con sus chimeneas encendidas, produce un acogedor ambiente que dan ganas de aprovechar con un pisco sour en la mano (oh, perdón, es muy temprano), aunque el sol propone otra alternativa: tomar la barcaza Hua-Hum y cruzar al otro lado del lago para visitar la próxima San Martín de los Andes por el lado argentino (por el día o quedándose una noche).
Otras posibilidades son aprovechar el vehículo y visitar Coñaripe -y sus termas próximas, como las de Liquiñe o las Geométricas- o Licán Ray junto al lago Calafquén.
Lo cierto es que esta zona posee múltiples atractivos, pero si la idea es no moverse mucho, también puede coordinar paseos a caballo por el bosque tras los saltos de agua, como los de El Puma o La Leona. Si lo agarra la lluvia, no importa, porque gruesas capas para el agua hacen que la lluvia sea un detalle y la verdad es que es una buenísima experiencia avanzar sobre un caballo en medio de un denso bosque mientras llueve. Lo bueno es que a su regreso hallará un hot tub esperándolo (a usted y su pareja) para que se relaje, y los platos gourmet del chef Rodrigo Olivares en el restaurante Agua Fuy.
“Mi intención es rescatar los productos locales y respetar los sabores”, dice Rodrigo, y es un discurso bastante manoseado por los chefs; sin embargo, en este caso es totalmente cierto. Hace un rato probamos un “garrón” de cordero que se deshacía con solo mirarlo, glaseado con mantequilla y miel de ulmo, acompañado de ñoquis de avellanas (las avellanas de la región son muy apetecidas, especialmente en Italia). Antes probamos un suave carpaccio de ciervo y el postre es el típico creme brulle, aunque la diferencia es que es de rosa mosqueta, así como el típico suspiro limeño acá se llama suspiro chileno y tiene pisco y una mermelada de cochayuyo. El único pero en la cocina es la ausencia de una sólida carta de vinos para maridar, aunque ya se trabaja en ello.
Hace frío y el mejor panorama es irse a la cama, ya que mañana tenemos previsto recorrer el lago en un velero. Observo a las mesas vecinas del restaurante y varias parejas se miran con chispas de vino en los ojos y en mi cabeza no deja de sonar So Lonely de The Police. Así que si todavía no capta el mensaje, se lo repito. Si quiere conocer este secreto en la montaña, venga acompañado.
Guía
No es muy usual que recomendemos un solo alojamiento en los destinos que proponemos, pero si viene a olvidarse de todo por un fin de semana en Puerto Fuy, debe quedarse (o al menos cenar) en Marina Fuy.
Hay un programa para vacaciones de invierno que incluye tres noches, desayunos y una comida gourmet al día (almuerzo o cena). El valor por persona por este programa es de $ 234.000. Más información y reservas en www.marinadelfuy.com
por Francisco Pardo / Foto: F.P./Marina Fuy
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