Cochamo y Puelo, Escondites del Sur

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El bus avanza lento por la sobrecarga. Hay que armarse de paciencia: se detiene en cada caserío de los 92 kilómetros que separa a Puerto Montt de Cochamó. En vez de durar una hora y media, el viaje se extiende fácilmente a tres horas. Y cuando finalmente se llega, da la impresión de que el pueblo es sólo una sola calle larga, que parte en un restorán y termina en un retén. Pero pronto comenzará a distinguir otros detalles.

Una cruz antigua corona la iglesia. Construida en 1906, es dueña de una leyenda: si un jote se para en la punta de la cruz con las alas extendidas, anuncia la muerte de tres personas del pueblo. No ocurre a menudo, por suerte.

Ocultas entre el verde están las casitas del pueblo. Curioseando, encontrará allí peluquerías, ferreterías, panaderías y almacenes. La costanera, que remata en un faro, mira al hermoso estuario de Reloncaví.

Para dormir hay dos hostales, Edicar y Maura (12.000 pesos la noche, con desayuno). Sin embargo, casi en todas las casas alquilan habitaciones o sitios para instalar carpas. La recompensa es un buen desayuno sureño, con leche de vaca y pan amasado recién salido del horno.

Cabalgata por el verde profundo

Un buen paseo por el día es cabalgar hasta el Río Piedra, en el valle Cochamó. El camino es empinado y barroso si ha llovido, con algunos cruces difíciles hasta para los mismos caballos, pero rodeado de maravillosos bosques, montañas y cascadas.

El recorrido lo guían lugareños como Ida y Ciro, habitantes antiguos de Cochamó, que tienen su pequeña empresa de turismo rural (www.cabalgatascochamo.cl). A pesar de sus más de sesenta años, suben cerros todos los días y conocen sus secretos. Con las alforjas de sus caballos llenas de mate, fruta y panes con queso artesanal para sus turistas, van incluso hasta el paso El León, que lleva a Argentina. A pesar de la empinada subida, escenarios como El Arco -una formación rocosa acompañada de alerces milenarios- y las interminables paredes de granito de La Junta son alucinantes y recompensan con creces el esfuerzo.

Después de haber cabalgado unas cinco horas ida y vuelta, ya en el pueblo, hay que comer una buena merluza fresca en La Ollita, un acogedor restorán atendido por sus propios dueños y que sorprende con un “menú del día” contundente y sabroso.

Escalada mundial

Cochamó es un pueblo agradable para descansar, pero el verdadero destino turístico de la zona es La Junta. Aquí hay paredes de granito de mil metros, tan altas como las del famoso parque Yosemite en Estados Unidos y, a diferencia de éstas, se encuentran casi inexploradas.

Llegar toma cinco horas caminando lento desde el pueblo, cerro arriba, por el valle de Cochamó hasta una planicie donde está el Refugio Cochamó, hostal especializado en recibir a los escaladores, pero también un buen lugar para desconectarse de la civilización. Hay sitios de camping con todos los servicios habilitados y se genera una agradable vida comunitaria.

Termas y refugios

A las 10 de la mañana pasa por Cochamó el bus hacia Río Puelo, en el paradero frente al retén. Es lento, sí, pero cuesta sólo mil pesos: un “flete” por el mismo trayecto vale al menos 20 mil. Y el camino se hace corto mirando el estuario de Reloncaví y el volcán Yate, presente en los 31 kilómetros de distancia. En Río Puelo debiera parar sólo a obtener información turística en la Municipalidad. Los servicios son escasos: lo más recomendable es elegir alguno de los lodges u hosterías que cuentan con sus propias actividades, a pocos kilómetros del pueblo. Para los traslados, conviene llamar antes, ya que la mayoría de los hoteles ofrece este servicio. Si se traslada por su cuenta le saldrá caro: la bencina supera los mil pesos por litro.

A 10 kilómetros está Yate, un pequeño caserío entre Río Puelo y Llaguepe, donde se cruza el mar hacia un tesoro bien escondido: las termas de Sotomó. Son dos pozones de barro tibio. La gracia de estas termas es que desaparecen a la hora de almuerzo, cuando la marea sube y se llena de mar: de a poco uno va sintiendo cómo el agua se enfría. Terminado el baño en las termas hay que caminar 20 minutos hasta llegar a la casa de Enrieta, la dueña del sitio. Ella ha convertido su casa en un acogedor hostal, con un bar muy equipado y con cocina casera. Además hay muchas actividades, como andar en kayak, pescar o seguir los senderos rurales (más información en www.termasdesotomo.cl).

Una opción menos agreste pero más cara (sobre los 80 mil pesos por noche) es el exclusivo refugio Andes Lodge, camino a Puelche, con sólo ocho habitaciones, pero full equipadas y con un servicio de excelencia. Tienen paquetes turísticos con excelentes guías, lugares y transportes. Por ejemplo el programa Fly fishing, por 7 días, que incluye todas las comidas, excursiones, cursos de pesca y otras actividades, cuesta 1.900 dólares por persona. No hay que asustarse por el precio: contratar todos los servicios por separado no es mucho más barato, y aquí uno no se debe preocupar por nada, sólo disfrutar (más información en www.andeslodge.com).

Para tener un contacto directo con la naturaleza, lo ideal son los domos de Andes Patagonia. A dos kilómetros del centro del pueblo, están repartidos por el bosque. Antes de acostarse hay que aprovechar un baño caliente en la tinaja a la intemperie. Aquí también está el restorán Tique, hogareño y con sabrosa cocina casera. La noche, por persona, cuesta 84 dólares y organizan expediciones (más información en www.andespatagonia.cl).

Epicentro de la pesca con mosca

El lago Tagua Tagua, de color celeste intenso, recibe aguas del río Puelo que viene desde Argentina, famoso mundialmente por sus salmones chinook y truchas arco íris. Turistas de todo el mundo vienen a practicar aquí la pesca con mosca, a pesar de lo remoto del lugar. Dicen que los peces son más gordos que en otros países y la naturaleza está mucho menos intervenida por el hombre.

El río Puelo está rodeado de cascadas, cerros verdes y unas pequeñas playas de arenas blancas, aunque las aguas gélidas hacen poco aconsejable nadar. Todo el transporte es marítimo y la señal del celular escasea: es el lugar perfecto para escapar de todo y concentrarse en los peces.

Alrededor del río Puelo y el lago Tagua Tagua abundan los lodges que fácilmente cobran 100 mil pesos diarios. Sin embargo, hay opciones más económicas. Antonio Deglane, más conocido como Patiperro, es un santiaguino que abandonó todo para poner una pequeña cabaña especializada en pesca a orillas del río Puelo. No cuenta con todas las comodidades de los lodges, pero si con lo necesario para unos días de pesca(teléfono 8-9477260).

La isla del jabalí

Si le aburren los peces y busca más acción (y carne roja), lo suyo es la Isla Jabalí. Aquí usted, premunido de un arco o un rifle, puede cazar su almuerzo. En cada excursión, junto a un guía, se camina por los cerros en busca de jabalíes. En caso de que no vean alguno, no cobran por la jornada. Pero si avistaron uno y usted no disparó, ahí la jornada se paga igual. Si no quiere cazar, puede quedarse jugando golf o tendido en una hamaca (más información en www.islajabali.cl).

Y si el asunto de las islas lo obsesiona, puede quedarse en el Refugio del Río Puelo, que además de la casona principal y del quincho especial para corderos al palo, tienen dos pequeñas islas, cada una con una cabaña con un fogón dentro de la casa, ideal para secar la ropa después de un día de pesca. Atendido por sus dueños, Julio y Blanca, al día siguiente pasan a buscar a los turistas en un barco para tomar desayuno sureño, con pan recién horneado y mermelada casera. Arrendar la cabaña cuesta 30.000 pesos y por 10.000 pesos más, incluye la embarcación para salir a pescar. La electricidad depende de un pequeño generador y pocas veces hay agua caliente, pero tener toda una isla para uno igual es gratificante.

Posteado en: diario.elmercurio.com/_portada/revista_del_domingo.asp

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