Jeinimeni, la joya de Chile Chico

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LA RESERVA Nacional Lago Jeinimeni es el principal atractivo de Chile Chico, un encantador pueblo fronterizo de 4.500 habitantes ubicado en la ribera sur del lago General Carrera. Con la inauguración del puente Las Vacas, el acceso al parque se ha facilitado, liberando el tránsito para todo tipo de vehículos. Los encargados de la reserva están preparados para la llegada de nuevos visitantes, por lo que mejoraron los quinchos y aumentaron los sitios para acampar.

Ubicada a poco más de 60 kilómetros al sur de Chile Chico y a una hora y media en auto, la reserva tiene una diversidad natural muy particular, donde contrasta la estepa patagónica de rocas y arbustos de baja altura, con el frondoso y verde bosque magallánico de notofagos.

En el sector norte del parque está la primera parada obligatoria para los amantes del trekking: la zona de Arroyo Pedregoso, donde hace poco más de un año se habilitó un camino para vehículos hasta el inicio del circuito. La vegetación es baja, abunda el coirón, corre viento y los farellones de roca forman un valle por el que nos aventuramos. Suena seco y poco atractivo, pero está lleno de manchones verdes y rocas que lo hacen único. Es un paisaje que en nada se parece al frondoso bosque magallánico que veremos, algunos kilómetros más allá, frente al lago Jeinimeni.

Pero por ahora, dejamos el auto y comenzamos a caminar: este circuito puede tomar medio día, partiendo temprano desde Chile Chico. La primera parte es una subida empinada, que ofrece espectaculares vistas al río Jeinimeni, a las infinitas cadenas de montañas y al valle verde y encajonado que está lleno de sorpresas: poco a poco aparecen figuras de piedra, perfectamente esculpidas por la erosión y el viento. A dos horas de entretenida caminata está la piedra clavada, una impresionante torre de piedra de 40 metros de altura. Sobrevuelan cóndores, el viento es constante y en lo alto de la montaña se ve a un grupo de baqueanos arreando sus piños de ganado.

Es recomendable hacer este recorrido de 7,2 kilómetros con guías locales, ya que hay escasas huellas y es fácil desorientarse en el ascenso. Equípese con bastones y polainas para protegerse al caminar de las piedras e incómodas ramas de coirón, y no olvide el agua y algo para comer, estamos en plena naturaleza y no hay quioscos ni almacenes.

Luego de atravesar un portezuelo y cruzar hacia el valle, la caminata cambia de rumbo e iniciamos un descenso: a pocos metros encontramos la Cueva de las Manos, que por sus características de refugio conserva pinturas tehuelches con formas de manos, grecas y animales, de 7.000 años de antigüedad. Pese a que no está en las mejores condiciones de conservación, esta cueva ha alcanzado cierto renombre, ya que es uno de los lugares abiertos al turismo con mayor concentración de pinturas rupestres en la región. Al salir de la cueva, a lo lejos, se distingue un paraje arenoso: es el valle lunar, que con sus formaciones de roca blanquecina es un espectáculo para quienes quieran disfrutar de un paisaje desértico en medio de la gran cuenca del río Jeinimeni, frontera natural con Argentina. A un par de kilómetros a la redonda, la diversidad de flora y arbustos es sorprendente, y el desierto de piedras y arena blanca convive con la vegetación baja y los valles verdes habitados por torres de roca. Es un paseo imperdible para toda la familia.

La ruta de Jeinimeni

Entrando a la reserva encontrará una bonita laguna de flamencos, donde puede realizar un recorrido a pie. Pero la zona de camping, frente al lago Jeinimeni, es el mejor punto de partida para hacer caminatas, subir a los miradores que gozan de panorámicas vistas o aventurarse en bicicleta por la parte boscosa del parque. El sendero hacia la laguna Esmeralda atraviesa un espectacular bosque de lengas, ñirres, calafates y canelos: es un recorrido de 8 kilómetros, ideal para hacer en bicicleta o a pie, aunque también es posible avanzar bastante en vehículo. El camino está poblado de coloridas aves: carpinteros negros, zorzales, chucaos y más de algún martín pescador. La huella se detiene frente al río San Antonio, donde dependiendo del caudal, es posible cruzar a pie y cargar las bicicletas al hombro.

Si cuenta con varios días, no deje de realizar la excursión hacia los ventisqueros, pero si prefiere un paseo más corto y sin la adrenalina de la bicicleta, suba al mirador que está frente al lago Jeinimeni. Son 800 metros en subida que se recorren en poco más de 15 minutos, en un ascenso apto para niños y adultos. La vista es asombrosa y varios pájaros carpinteros de cabeza roja se dejan ver en el camino. Para más información de excursiones, alojamiento y programas turísticos en la zona, conviene contactarse con la Agrupación de Turismo de Chile Chico, www.chilechicoturismo.cl.

Atractivos de Chile Chico

De regreso a Chile Chico, vale la pena destinar algo de tiempo al pueblo y sus alrededores. Chile Chico no sólo tiene la extrañeza de su nombre, sino además esa tranquilidad cansina de las localidades con microclima: en un rincón de la lluviosa Región de Aysén, en el límite de la frontera con Argentina, su temperatura promedio en verano es de 20 ° C, con el lago General Carrera que actúa como moderador climático. Por ello en otoño también se presenta estable y muchas veces soleado, algo extraño para la zona. Es que aquí las apariencias engañan: a ratos, pareciera que estamos en algún pueblo cordillerano y ventoso de la Tercera o Cuarta Región. Por algo le llaman “la ciudad del sol”.

La mayoría de los turistas llega en la renovada barcaza La Tehuelche, que zarpa todos los días de Puerto Ibáñez y tarda dos horas y cuarto en llegar, navegando por el lago General Carrera. Los horarios y tarifas están disponibles en www.sotramin.cl.

La barcaza es muy cómoda, pero aproveche de viajar en cubierta para disfrutar de las vistas al atardecer. Otra opción es llegar por tierra desde Puerto Guadal por el solitario paso Las Llaves, un camino estrecho y sinuoso, donde abundan espectaculares acantilados. Una tercera alternativa es cruzar desde la localidad argentina de Los Antiguos, ubicada a 20 minutos de Chile Chico. Aprovechando los precios más convenientes, los chilechiquenses cruzan habitualmente la frontera para abastecerse de combustible.

Aunque Chile Chico vive de espaldas al lago y está lejos de aprovechar su enorme potencial acuático y de deportes náuticos, la pesca deportiva es generosa y deja conformes a la mayoría de los que llegan a practicarla.

La temporada de pesca partió el segundo domingo de octubre y termina a fines de mayo. Parece mentira pero es verdad: navegando por el lago, nuestro guía no demoró más de un minuto en pescar y devolver una trucha faro, mientras lo mirábamos con enormes ojos de asombro.

Posteado en LaTercera.com

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