El tour más fotogénico de la Patagonia

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Profesionales de la fotografía o entusiastas. Da lo mismo. La única advertencia que debería darse a los pasajeros de Patagonia Photosafaris (www.patagoniaphotosafaris.com) es que este viaje no está enfocado hacia aquellos que buscan conocerlo todo en un apurado full day. El espíritu del safari fotográfico es otro: tomarse las cosas con calma para retratar la naturaleza en su mejor forma. Deriva de la antigua cacería en el continente africano y, aunque las armas se cambiaron por cámaras fotográficas, la idea de fondo sigue siendo “atrapar a la presa”, capturando con la cámara de manera perfecta lo que uno está viendo con sus ojos.

No es requisito un equipamiento profesional (aunque sí es una ventaja), pero sí se requiere conocer las “picadas” fotográficas del terreno y saber cómo se comporta la naturaleza y la luz en esta zona austral, conocimientos que entrega Luis Bertea, fotógrafo experto en Patagonia y gestor de la novedosa idea. De esta forma, aunque hay un itinerario preestablecido, todos los viajes son diferentes y con una personalidad propia, tomando en cuenta las condiciones del tiempo, la hora, la luz e incluso, los intereses del grupo.

Estos son los grandes hits de nuestro viaje: ocho días privilegiando desembarcos en sitios que nunca ha tocado el hombre y donde la fauna es el punto central de nuestra fotografía.

En realidad, el viaje no comienza en el barco, empieza la noche anterior en Punta Arenas. Los participantes se hospedan en el Hotel Plaza (www.hotelplaza.cl) y cenan juntos, así que el espíritu de grupo comienza de inmediato. Lo bueno de estos viajes temáticos es que los intereses son similares, quizás no todos son fanáticos de la fotografía, pero sí hay un interés enorme por la naturaleza y estas tierras, que es transversal a edades, profesiones y nacionalidades y de a poco comienza a parecer más gira de estudio que un grupo de turistas. ¡Olvídese de pasarlo mal!

. “¡Mira, mira, ballena, cola, foto, foto!”, se convierte en la frase emblemática de nuestro viaje. Las ballenas son las reinas indiscutidas del fotosafari y del Parque Marino Francisco Coloane, el mejor lugar en Chile para ver estos enormes cetáceos.

Las cámaras parecen metralletas haciendo ráfagas de disparos cada vez que una ballena se encorva para sumergirse y alzar por unos segundos su enorme cola. Y para darle más emoción aún al avistamiento, nuestros guías deciden que es hora de hacerlo desde un zodiac.

Nos rodean 10 ballenas con la única preocupación de alimentarse. Tres metros de embarcación, versus 17 metros de ballena. A ratos se acercan a centímetros de nuestra frágil embarcación y se sumergen bajo ella. Un verdadero festival de colas, aletas, saltos y emociones a mil que disfrutamos por horas.

. Es el primer desembarco en zodiac rumbo a un glaciar y el día estaba perfecto: luz cálida de la mañana, un par de nubes que embellecen el cielo y un mar tan calmo que refleja todas las montañas a su alrededor, incluyendo al fotogénico glaciar Santa Inés. Comienzan a sentirse decenas de click de las cámaras, hasta que aparece una sorpresa en el agua que le quita todo protagonismo al hielo: ¡una foca leopardo! Se acerca a ambos zodiac curioseando, sacando la cabeza para mirar. No se ve agresiva, aunque claro, nadie se atreve a sacar fuera de la embarcación ni un centímetro cuadrado de piel, porque no gozan de buena fama.

. Los canales patagónicos y fueguinos son uno de los mejores lugares para ver aves en Chile. En nuestra lista contamos pingüinos de Magallanes, albatros de ceja negra, petreles, skúas, cormoranes imperiales y de las rocas, gaviotas australes, Martín pescador, carancas, halcones y tucúqueres. Y si usted creía que los cóndores sólo se ven en las montañas, está muy equivocado. El momento “kodak” de aves, fue cuando vimos 12 cóndores sobre un islote, planeando una y otra vez a metros de nuestras cabezas.

El espíritu de los fotosafaris y otras expediciones que realiza el barco Forrest (www.expedicionfitzroy.com) es explorar y salirse de la ruta cada vez que las condiciones meteorológicas lo permiten. Nuestra visita no es la excepción, navegando por canales desconocidos de Tierra del Fuego e incluso bajando a caminar, como en Bahía Angelitos, donde subimos por una empinada pendiente cubierta de turberas. El paisaje desde arriba es abrumador, con vista a la bahía, el imponente monte Sarmiento y una vegetación que incluye cipreses, canelos, coigües, líquenes, musgos e incluso unas pequeñísimas plantas carnívoras que comen insectos.

. Otra de las novedades que trae la expedición es la posibilidad de usar el barco Forrest como “mothership” para hacer exploraciones en kayak. Es decir, puede explorar por horas en kayak y, cuando se canse, puede volver a subir al barco. Están disponibles tres kayak dobles y uno simple, donde un guía lleva a los pasajeros a navegar por tranquilos canales, a explorar entre los hielos o incluso ver fauna marina. ¿Se imagina ver ballenas desde un kayak? En el viaje posterior al nuestro pudieron hacerlo.

No se visita un glaciar, se visitan decenas. El sector más emblemático es el Seno de Agostini, que parece un verdadero espejo reflejando estos gigantes de hielo, montañas y saltos de agua que bajan de todas partes. Entramos en zodiac por un estrecho y tranquilo cajón, donde se ubica el glaciar Vergara, y trepamos por unos roqueríos hasta quedar frente a frente a la masa de hielo. Algunos caminan hasta quedar a pasos del hielo, otros dormitan sobre una roca y la mayoría sólo disfruta en silencio el gélido paisaje hasta que cae el atardecer. Lo único que interrumpe la paz son los desprendimientos del glaciar que suenan como una bomba por el eco.

. Navegamos hasta la alejada bahía Ainsworth con el solo propósito de ver elefantes marinos. El animal que presenta el mayor dimorfismo sexual de todos los mamíferos, obviamente amerita una visita. Los machos tienen un hocico similar a una trompa corta, pueden alcanzar los seis metros de largo y pesar hasta cuatro toneladas, mientras que las hembras no superan los tres metros y los 900 kilos.

Con tanto peso olvídese de ver gran actividad. Unos bostezan, otros se rascan y otros encaran sin razón aparente al que está a su lado para seguir en la actividad del día: una siesta eterna e imperturbable.

. Aunque el fotosafari no es un workshop (ojo que en algunas fechas sí se realizan), la buena química que se da entre los viajeros permite que los menos avezados en fotografía puedan aprovechar los conocimientos de los más profesionales. “¿A cuánto estás disparando?”, es una de las frases más escuchadas, al igual que las recomendaciones de qué filtro usar o cuándo sobreexponer o subexponer. No olvide llevar su notebook si también quiere aprender a editar fotos.

Posteado en: http://diario.latercera.cl

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