Siete razones para conocer Isla Magdalena

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Si los animales fueran estrellas de rock, los pingüinos serían los U2 de Magallanes, así de simple. No hay turista que no los persigan para llevarse el mejor retrato de un palmípedo, les celebran sus gracias, su caminar torpe y lento, sus graznidos, el plumaje despeinado de las crías y el smoking que usan con elegancia. Son encantadores, tanto como se les pinta en documentales y películas infantiles y, a diferencia de otros dibujos animados que idealizan con una ternura empalagosa a animales como osos o leones, el pingüino es fiel a su retrato en la pantalla grande: tan adorable como el mismísimo Happy Feet.

La región magallánica alberga una de las pingüineras más importantes de Chile: Isla Magdalena, que reúne la nada despreciable cifra de 200 mil pingüinos de Magallanes, juntos y bien revueltos como un gran manto blanco y negro sobre la zona. Verlos juntos, revoloteando, le hará sentir una adoración loca por los pequeños paticortos, pero antes de que le dé un ataque de diabetes de tanta dulzura, descanse un poco y varíe el panorama, porque Isla Magdalena es una verdadera joya del sur de Chile, con varias otras atracciones para admirar. Vamos enumerando:

Novedad. Antes, los turistas que visitaban Punta Arenas sólo conocían las pingüineras de Seno Otway, que son mucho más pequeñas (alrededor de 8 mil ejemplares) y las aves se encuentran muy dispersas. Isla Magdalena, que pertenece al Monumento Natural Los Pingüinos, sólo era privilegio de algunos pocos que llegaban en crucero, pero ahora un par de empresas está llevando gente en forma regular, incluso con dos o tres salidas diarias. Y el resultado ha sido todo un éxito.

Navegación. La isla está a 35 kilómetros desde Punta Arenas, en pleno Estrecho de Magallanes. Y justamente en esta parte la navegación es compleja, porque se unen las corrientes del Atlántico y del Pacífico. En general, la travesía para llegar demora alrededor de media hora, pero también pueden ser dos. Es cosa de suerte y todo depende del viento y del cambiante clima de esta zona, pero, sea como sea, la navegación en sí ya es una buena aventura que, además, da la oportunidad de ver toninas overas, delfines australes y variedad de aves como petreles, cormoranes y albatros.

Ver pingüinos en el agua. La faceta de nadadores de los pingüinos sorprende. Son sumamente ágiles, nadan muy rápido y dan grandes saltos sobre el agua. Al contrario de las aves que vuelan –que tienen huesos huecos para ser más livianas, plumas largas y grandes alas–, los pingüinos poseen huesos más densos, lo que les da mayor peso y les permite mantenerse debajo de la superficie del agua con mayor facilidad. Además, tienen plumas muy tupidas, cortas y aletas pequeñas que actúan como propulsores. Debemos recordar que los pingüinos pasan la mayor parte de su vida dentro del mar y casi nunca tocan tierra, excepto en la época de crías y para mudar su plumaje.

La “densidad de población”. Al medio de la isla se encuentra un antiguo faro y el Centro de Interpretación Ambiental. Desde ahí se tiene una excelente panorámica a toda la isla, que se ve repleta de pequeños puntitos. Son unas 65 mil parejas de pingüinos –más sus respectivas crías–, que repletan la isla hacia donde se mire. Por lo menos cada dos metros hay un nido, que son verdaderos huecos en la tierra, que limpian y vigilan constantemente.

Encuentros cara a cara. Se puede recorrer un sendero de 800 metros que pasa entre los nidos y sólo está delimitado por cuerdas, por eso es muy importante no salirse de los senderos. Al paso de los turistas, algunos pingüinos se arrancan y caminan torpemente rápido; otros son muy curiosos y se dedican a observar cada movimiento humano, ladeando la cabeza de un lado a otro para mirar con mayor facilidad; otros duermen y ni se inmutan y, en muy contadas ocasiones, alguno se envalentona y trata de picotear los zapatos de algún visitante si se acerca mucho. Generalmente se cruzan por el camino, así es que otra regla importante es darles siempre la preferencia y no interrumpir su paso.

Ver romance y peligro. El ya famoso canto de amor de los pingüinos también se da en esta isla, claro que debe ser uno de los cantos menos melodiosos de la naturaleza. Más bien se parece a un gran concierto de burros desafinados. Pero sí son muy coquetos y realizan gestos de reverencia, movimientos de cuello y suelen limpiarse uno al otro. Los pingüinos son monógamos y mantienen lazos de larga duración, en que las hembras eligen al macho con el que se aparearon el año anterior.

Los machos llegan primero para arreglar el nido y un par de semanas después llegan las hembras, se aparean y éstas ponen dos huevos que incuban por unos 40 días. Ahí comienza la etapa más difícil para ambos padres, ya que pasan largas hambrunas, se debilitan y se desvelan tratando de cuidar el nido de los depredadores. En esta isla los mayores problemas son otras aves, como las gaviotas y skúas, que aprovechan cualquier descuido para robar los huevos, e incluso atacar a los pichones cuando nacen.

Visitar la isla del frente. Isla Marta está a pocos minutos de navegación desde Magdalena; también pertenece al Monumento Natural Los Pingüinos y forma parte de la visita que realizan las embarcaciones. Claro que acá no se desciende, pero sí se observa muy de cerca una colonia de bulliciosos y peleadores lobos marinos y, en los riscos, una enorme cantidad de aves marinas.

Con la llegada del otoño, a fines de marzo, el pingüino de Magallanes deja su lugar de reproducción para embarcarse rumbo al norte, en busca de aguas un poco más tibias y donde haya más horas de luz para poder alimentarse. Pero cada año regresan con una puntualidad impresionante, siempre para repetir el mismo ciclo y para deleitar a todo aquel que tiene la suerte de visitarlos en su casa patagónica.

GUIA DEL VIAJERO
La temporada de pingüinos va de octubre a fines de marzo. Recomendamos dos empresas, ambas con embarcaciones nuevas y mucha experiencia para sortear estas aguas. Cobran alrededor de $35.000.

-Waia Expeditions, f. (61) 222 695. www.waiapatagonia.com
-Solo Expediciones, f. (61) 262 281. www.soloexpediciones.com

RECOMENDACIONES
La expedición dura alrededor de tres horas, considerando los traslados, pero también podría extenderse más en caso de una mala navegación. Lleve ropa abrigada y ojalá resistente a la lluvia.

Las embarcaciones son pequeñas y pueden moverse bastante, así es que las personas con tendencia al mareo pueden considerar una pastilla preventiva para que la travesía no se convierta en un mal recuerdo.

Monumento Natural. Esta área silvestre protegida fue declarada Parque Nacional en agosto de 1966 y reclasificada Monumento Natural en 1982. Los monumentos naturales son áreas más reducidas, que se caracterizan por contar con especies nativas de flora y fauna. En Chile existen sólo 15 sitios con esta clasificación.

Escrito y fotos por Evelyn Pfeiffer.

Posteado en: http://latercera.com

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